Es muy probable que no conozcamos de qué tratan este tipo de planes de pensiones, por lo que es conveniente informarnos al respecto y valorar si nos interesa en base a nuestra situación personal, o si merecen la pena otro tipo de productos financieros.
Para aquellos usuarios que no sepan de qué estamos hablando, los planes de pensiones de empleo, o PPE, son un tipo de fondo de pensión promovido por la empresa para la que trabajamos o también por una administración pública, con el objetivo de beneficiar a sus empleados.
De hecho, en cuanto a temas fiscales se refiere, guardan exactamente el mismo funcionamiento que los planes de pensiones individuales. Es decir, las aportaciones que se lleven a cabo podrán descontarse de la base imponible del IRPF, sin superar el límite de 8.000 euros anuales. De esta manera, cuando por fin se rescata el plan de pensiones, que suele ser generalmente al comienzo de la jubilación, tributa de igual manera que una renta por los años trabajados.
A día de hoy, más de 2 millones de trabajadores forman parte de los planes de pensiones de empleo, por lo que hay acumulado un patrimonio total relacionado con las PPE por valor de 36.000 millones de euros, que es aproximadamente la mitad del patrimonio acumulado en planes de pensiones individuales.
Cómo se aplican los planes de pensiones de empleo
Realizando una serie de cálculos, a cada trabajador le corresponden menos de 18.000 euros, una cifra que realmente no es muy alta, ya que si tenemos en cuenta que tras la jubilación se suelen vivir hasta 20 años más, eso nos deja con apenas 80 euros cada mes como complemento a la pensión.
Como ya hemos mencionado anteriormente, este tipo de planes de pensiones suelen ser promovidos por empresas y grandes compañías, como entidades bancarias o multinacionales, pero también los promueven administraciones y organismos públicos. Es importante tener en cuenta que una persona particular no puede contratar un PPE, sino que debe pertenecer a una empresa que lo promueva para poder adquirirlo.
Según explican los expertos, los planes de pensiones de empleo deberían ser el vehículo prioritario para canalizar el ahorro complementario para la jubilación. Con este tipo de planes se consigue sistematizar las aportaciones, y lograr un compromiso mucho mayor por parte del trabajador.
Una diferencia favorable para los planes de pensiones de empleo respecto a los planes de pensiones individuales, es que las comisiones que se deben abonar son mucho más asequibles para nuestro bolsillo. Esto se debe a que, al ser promovidos por grandes colectivos de trabajadores, los pagos de comisiones se reducen a un tímido 0,2%, mientras que en los planes de pensiones individuales, se trata de más de un 1% anualmente.
Al tener costes tan bajos, la rentabilidad puede ser mayor. Por lo tanto, si comparamos el rendimiento obtenido en los últimos 26 años, los planes de pensiones individuales han obtenido una rentabilidad media del 4,21%, mientras que los PPE han conseguido una rentabilidad media del 5,98%.
No obstante, a pesar de lo buenos que puedan parecer este tipo de planes de pensiones respecto a otros, lo cierto es que cada vez más se convierten en el gran olvidado. Y no es para menos, si tenemos en cuenta que en la famosa crisis de 2008 hubo una gran cantidad de empresas que suspendieron temporalmente sus aportaciones, y a pesar de que muchas de ellas consiguieron reanudar su actividad económica, lo cierto es que todavía quedan algunas cuyos aportes continúan paralizados.