Hoy día se acepta unánimemente que el futuro de las pensiones de jubilación no es precisamente halagueño. La previsión a medio y largo plazo hace referencia a unas prestaciones bajas que van a necesitar de complementos en forma de ahorro activo durante la vida del usuario, algo como lo que viene a ofrecer un plan de pensiones aunque en la elección de este producto hay muchos matices a tener en cuenta.
De manera práctica esto significa que la reducción de las prestaciones por jubilación está prácticamente asegurada, y con ello, si no se han tomado medidas de previsión, obviamente una caída en los ingresos de la persona que pasa de la actividad laboral a la jubilación, con lo cual mantener la calidad de vida resultará imposible sin complementos.
¿Son los planes de pensiones la solución mágica?
Definitivamente no, sin embargo, si son un buen modelo de ahorro combinado con un aplazamiento fiscal con lo cual podemos hablar de una doble funcionalidad y, doble posible beneficio. Sin embargo, y aquí está el meollo de la cuestión, una mala elección de los planes de pensiones puede ser simplemente catastrófica para nuestros intereses.
Realmente hoy en día se conciben los planes (habida cuenta también de la limitación para las aportaciones) más como un instrumento complementario y muy adecuado para combinar con otros modelos de ahorro para la jubilación, por ello, sin ser imprescindibles ni soluciones mágicas, realmente si están muy recomendados.
Como elegir un plan de pensiones
Existen diversos factores condicionantes del resultado de la elección de un plan de pensiones, por ello a la hora de seleccionar el producto y tratar de que éste sea lo más adecuado posible deberemos tener en cuenta dichos factores. Los principales entre ellos serían los siguientes:
- La edad: Por lógica no es lo mismo iniciar un proceso de ahorro a través de planes a los 30 años que hacerlo a los 50. En el primer caso estaremos ante una posibilidad grande en relación a la elección de los tipos de inversión que nuestros planes pueden realizar, podemos atrevernos a inversiones más agresivas planeadas a largo plazo y posteriormente ir realizando traspasos a posiciones más conservadoras, sin embargo, cuanto más tarde iniciamos la contratación de nuestro plan de pensiones, además de vernos obligados a realizar aportaciones mayores, deberemos elegir productos menos agresivos y más conservadores, nuestros capitales.
- Nuestro perfil inversor: Aunque generalmente se relaciona el perfil inversor y el grado de aceptación del riesgo con la edad esto no es necesariamente así. Tradicionalmente se recomienda acometer la contratación de planes de pensiones agresivos asumiendo mayores niveles de riesgo para los perfiles de inversor joven, y a medida que este inversor va madurando ir minimizando al fresco, sin embargo, cada vez es más frecuente encontrar posiciones conservadoras también en perfiles jóvenes. Realmente de lo que se trata es de tener un buen conocimiento del producto y sentirnos cómodos en el modelo de inversión elegido, lo demás será un mayor o menor nivel de rentabilidad o un mayor o menor nivel de exposición al riesgo de nuestro capital.
- Los gastos del producto: Una vez determinadas las cuestiones anteriores ya estamos en situación de comenzar a elegir el producto. En este momento aparecen nuevos elementos importantes también; la vinculación con las entidades financieras, las posibles bonificaciones por traspaso o nuevas aportaciones, pero, de todos ellos aún siendo importantes, nos quedamos con el análisis del gasto que el producto puede presentar. Es muy importante conocer los gastos que el plan genere no solo en su inicio si no a largo plazo, debemos tener en cuenta que estos gastos pueden condicionar el resultado final de la rentabilidad y por tanto siempre deben estar presentes.
Como el lector habrá notado no hemos prestado excesiva atención al hecho de la desgravación. Realmente estamos ante un modelo de pago en diferido cuya influencia en la elección no debiera ir más allá de las ventajas que nos pueda proporcionar de manera inmediata, esto, aun siendo importante, no debiera ser realmente lo determinante y sin embargo, durante años ha sido un elemento muy influyente en la elección de la contratación de este producto, tanto es así que ha motivado muchas contrataciones equivocadas de productos no adecuados.
Elegir los objetivos
Consideramos la elección de objetivos tan importante o más que la propia elección del producto. Esto es así porque si mantenemos la convicción de estar ante una herramienta que nos va a proporcionar objetivos más allá de la desgravación inmediata probablemente vamos a prestar mucha más atención a sus características y necesidades como producto.
El punto de partida siempre de nuestro objetivo mínimo irrenunciable debe ser batir la inflación. Poseer un producto de ahorro que no acaba batiendo la inflación, a pesar de las diferentes miradas con las que se pueda observar, significa perder dinero. La pérdida de poder adquisitivo en la diferencia entre nuestra rentabilidad y donde se posicione la inflación si ésta es superior es a todas luces una mala situación de retribución a nuestro ahorro, con lo que, nunca debemos perder de vista (en ningún producto de ahorro pero especialmente en productos como los planes de pensiones y los depósitos) esta cuestión.