Puede que llegado a un punto tengas algo de dinero ahorrado y tengas que decidir entre afrontar las deudas contraídas o invertirlo. Cuando una persona decide invertir es preciso que tenga bien claro el riesgo que dese asumir. Incluso en las inversiones más seguras siempre se corre un cierto nivel de peligro.
Hay cuatro factores que acaban determinando nuestra actuación en este sentido, que son el nivel de riesgo, nuestro conocimiento financiero, la edad y el tamaño del patrimonio.
En el caso de que te guste arriesgarte es posible que te sientas atraído por la deuda pública y los depósitos. Hay tres perfiles distintos de inversores.
- El agresivo: Se trata del inversor que busca conseguir una rentabilidad rápida sobre sus ahorros. Está dispuesto a perder, pero sabe que al arriesgarse también la recompensa puede ser mucho mayor.
- El cauto: Lo que busca realmente es no perder sus ahorros, aunque por ello vaya a sacrificar rentabilidad o que la inflación los vaya mermando con el tiempo.
- El moderado: Es una figura que se encuentra entre el agresivo y el cauto.
En lo que se refiere a conocimientos financieros, cuanta menos idea tengamos sobre ciertos productos, más sensación de riesgo circulará sobre nuestra cabeza. En ocasiones veremos peligros donde no los hay.
A medida que cumplimos años somos más aversos al riesgo. Esto significa que cuando mayores somos menor es el riesgo que afrontamos en el capítulo financiero. También hay que decir que la composición de nuestro patrimonio es más elevado y esto también puede influir. Existe una regla que en cierta medida ayuda a determinar la cantidad de ahorro que debemos depositar en renta fija. Se trata de sumar 15 a nuestra edad. Si tenemos 40 año habría que destinar el 55% de nuestras inversiones en renta fija.
El patrimonio desempeña también una labor importante para conocer si realmente se debe correr un riesgo a la hora de invertir. Si nuestro patrimonio son apenas mil euros, después de ahorrar durante unos meses, quizás nos vayan a convencer para invertirlo a cara o cruz. Las pérdidas no serían las mismas que si metiésemos un millón de euros, y además siempre existiría la posibilidad de recuperar esa pequeña cantidad con el tiempo.
Los expertos financieros no aconsejan vender el piso que tengas, por ejemplo, para invertir en derivados, pero si el patrimonio se acerca al millón de euros distribuido en distintos bienes inmuebles, tampoco se deberían ignorar otras propuestas como la deuda pública, la bolsa o los fondos de inversión.
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