La política adoptada por el Gobierno en la reforma de las pensiones no ha sido fruto de la crisis como muchos creen; es una cuestión demográfica.
La baja tasa de natalidad está creando grandes desequilibrios entre la población activa y el número de jubilados, que empeoran año a año. En 2011 había 3,79 personas en edad de trabajar por cada persona jubilada. Si la deformación de la pirámide demográfica sigue por la misma trayectoria de los últimos años, se espera que en 2050 haya 1,65 personas en edad de trabajar por cada jubilado, lo que hace que la situación sea totalmente insostenible.
Además, el problema demográfico no se limita al envejecimiento de la población, otro de los problemas es que cada vez se atrasa más la edad de empezar a trabajar, no solo por la carencia de trabajo para los jóvenes, sino porque se están alargando las etapas de formación. A su vez, la etapa de la jubilación también se alarga porque vivimos más años y con mayor calidad de vida.
Todo esto nos lleva a un escenario en el que no hay suficientes trabajadores para alimentar el sistema, y de ahí nace la reforma de las pensiones.
La reforma
La reforma de las pensiones ha introducido tres novedades destacadas:
- Aumento de la edad legal de jubilación: de 65 a 67.
- Aumento de los años de cotización: de 35 a 37.
Aumento del período de cálculo de la base reguladora de la pensión: de 15 a 25.
En esta tabla elaborada por Deutsche Bank se muestra perfectamente la transición:
¿Qué podemos hacer para proteger nuestro futuro?
Para poder tener un retiro tranquilo al margen de los vaivenes de la demografía y las reformas, los productos más útiles son los planes de pensiones, y en esta tabla elaborada también por Deutsche Bank, se informa sobre cómo proceder en la protección de nuestro futuro:
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