A fecha de hoy son muchos aún nuestros conciudadanos que no han iniciado ningún tipo de planificación de ahorro a futuro orientada a la jubilación. En algunos casos, y dadas las circunstancias actuales, este hecho viene motivado por la imposibilidad de obtener ahorro alguno, mientras que, en otros casos, viene dado por una mezcla de escepticismo sobre los productos financieros a largo plazo (o a secas sobre los productos financieros) y despreocupación.
En el primero de los casos poco o nada se puede hacer salvo desear una resolución a los problemas económicos, sin embargo, aquellos que se encuentren en el segundo grupo deben como poco acercarse a la realidad de las pensiones de jubilación ya en el próximo futuro inmediato, para darse cuenta de que estamos ante no ya una opción sino una verdadera necesidad.
¿Qué les espera a los planes de pensiones en los dos próximos años? en este post tienes la clave
Establecido el anterior principio llegara el momento de tomar la determinación sobre el producto o productos a elegir, dentro de ellos obviamente los planes de pensiones cobran una relevancia importante no sólo por tratarse de un producto específico, sino también por el tratamiento fiscal que nos acompaña durante su desarrollo, aunque no carentes de cuestiones no tan positivas (que analizaremos próximamente de nuevo) se trata de un producto que bien elegido puede efectivamente convertirse en un importante instrumento de complementaridad de nuestras futuras pensiones de jubilación.
Hay muchos elementos que deben estar presentes en esta toma de decisión, sin embargo hay tres que resultan principales a los que podríamos dedicar un artículo por separado a cada uno; los objetivos, el momento y la duración, y los gastos y costes. En este caso nos centraremos en algo fundamental al contratar un plan de pensiones: los objetivos.
Los objetivos son fundamentales, y, se cruzan en buena medida con el momento y la duración elegida obviamente. Sin embargo como veremos deben existir unos objetivos mínimos irrenunciables.
El punto de partida siempre de nuestro objetivo mínimo irrenunciable debe ser batir la inflación. Poseer un producto de ahorro que no acaba batiendo la inflación, a pesar de las diferentes miradas con las que se pueda observar, significa perder dinero. La pérdida de poder adquisitivo en la diferencia entre nuestra rentabilidad y donde se posicione la inflación si ésta es superior es a todas luces una mala situación de retribución a nuestro ahorro, con lo que, nunca debemos perder de vista (en ningún producto de ahorro pero especialmente en productos como los planes de pensiones y los depósitos) esta cuestión.