El dinero no puede comprar la felicidad, pero sí tiene un impacto enorme sobre lo feliz que puede llegar a ser una persona. Lo que ocurre es que sí hay una cantidad a partir de la cual un poco más no va a cambiar drásticamente tu percepción de la vida. Una renta per cápita de 26.600 euros marca el punto de inflexión.
Sin embargo, si hay un elemento que impacta de verdad en nuestra felicidad este es el control personal, la percepción de que controlamos nuestro destino. Así lo afirma por lo menos Donna Skeels Cygan, una planificadora financiera y autora del libro «The Joy of Financial Security.» La experta afirma que un 50% de nuestra felicidad depende de la genética, un 10% de factores ambientales como el lugar de nacimiento o la situación económica de nuestra familia y el restante 40% tiene que ver con el control personal.
El dinero o, mejor dicho, la capacidad para gestionarlo adecuadamente, tiene un gran impacto en cómo percibimos la vida y nuestra libertad personal. Y es que tener seguridad financiera es uno de los elementos clave para sentirse libre y poder ser feliz.
Estas son sus seis claves:
Gasta tu dinero en experiencias, no en cosas
Comprar un coche, un nuevo ordenador o un nuevo móvil supone una inyección de felicidad con fecha de caducidad. A los pocos días o semanas ya se te habrá pasado ‘el subidón’. Sin embargo, las experiencias vitales se quedan ahí para siempre. Invitar a un amigo a un viaje o a cenar, visitar un museo o viajar te acompañarán durante toda la vida. El coche dejará de ser una novedad más pronto de lo que piensas.
Utiliza tu dinero para mejorar tu salud
Más allá de convencionalismos y presiones sociales, nuestra imagen también impacta en nuestra salud. En el fondo esto no es sino una reinterpretación del clásico mens sana in corpore sano.
Haz ejercicio y ponte en forma o ahorra para esa operación dental que tanto tiempo llevas pensando.
Simplifica tu vida y tus finanzas
Es lo que se conoce como la estrategia KISS o Keet It Simple Stupid, que puede aplicarse a la vida, la gestión financiera e incluso a los planes empresariales.
Simplificar pasa por dejar de lado muchas de las preocupaciones triviales que nos restan tiempo y energía, pero también por simplificar nuestras finanzas. Dicho de otra formal, no comprar tantas cosas que no necesitamos y centrarnos en otras que sí, como los ahorros a largo plazo.
En el plano financiero, simplificar implica no tener más cuentas, tarjetas de crédito o préstamos de los que necesitamos.
Cambiar tu rutina
Más fácil de decir que de hacer, pero si el cambio es positivo, merecerá la pena el esfuerzo. Uno de los problemas de la sociedad actual es que nos sumerge en una rutina estresante que a veces cuesta romper.
Probar algo diferente, aunque sólo sea coger un día libre para hacer un pequeño viaje puede ser positivo a largo plazo porque rompe la barrera mental en la que nos sume la rutina.
Se generoso
Voluntariado, donaciones, ayudar a través de comunidades online o físicas… Lo bueno de las acciones socialmente responsables y de la generosidad en general es que tiene efectos inmediatos en nuestro cerebro, ayudándonos a sentirnos mejor con nosotros mismos.
No dejes de lado tu vida
Uno de los grandes errores en la gestión de capital es olvidarse de lo importante: las relaciones personales, la familia y en general lo que nos hace felices. Dedicar un rato a pensar qué es lo que te llena y qué no servirá para que tomes conciencia de tus gastos. Como explica Ramith Sethi en I Will Teach You to Be Rich, no hay nada malo en gastar en las cosas que nos haga felices, siempre que también seamos capaces de recortar sin piedad en las que no y hagamos nuestros deberes en términos de ahorro.
Para que lo tengas más claro, no hay nada malo en gastar 500 euros al mes en zapatos si esa es tu pasión, siempre que tu presupuesto esté cuadrado y tengas un plan de ahorro e inversión a largo plazo.
Imagen – Jason Stitt en Shutterstock