Existen diferentes modalidades de planes de pensiones dependiendo de las personas que los constituyen, de las obligaciones estipuladas y de los activos en los que se invierten las aportaciones de los partícipes.
No todos los planes de pensiones son iguales. De hecho, según permite la normativa de la Seguridad Social, existe una notable variedad entre ellos en función de diversos factores, tales como el destino de las las aportaciones hechas por los partícipes, las obligaciones fijadas en el contrato o el perfil del ciudadano que lo constituye. Conoce aquí los tipos de planes de pensiones y descubre cuál es el más beneficioso para tus ahorros, para sacar el máximo partido al dinero que te quedará para la jubilación.
Personas que intervienen en un plan de pensiones
De entrada, para evitar confusiones, conviene aclarar qué ‘partes’ hay en un plan de pensiones. Tal y como recuerdan desde el Instituto Aviva, son las siguientes:
- El promotor del plan de pensiones, que puede ser cualquier empresa, sociedad o entidad que promueva la creación del plan o participe en su desenvolvimiento.
- Los partícipes, es decir, las personas físicas en cuyo interés se crea el plan de pensiones, aquella cuya jubilación, incapacidad, fallecimiento o dependencia se cubre por el plan.
- Los beneficiarios, o lo que es lo mismo, las personas físicas con derecho a la percepción de prestaciones, hayan sido o no partícipes. En las contingencias de jubilación, incapacidad y dependencia, el beneficiario coincide con el partícipe. En la contingencia de fallecimiento, sin embargo, será beneficiaria la persona que el partícipe haya designado como tal.
Tipos de planes de pensiones
Aclarados los ‘protagonistas de la película’, pasemos a analizar las modalidades que existen en planes de pensiones.
Planes de pensiones en función de las personas que los constituyen
Como ya sabemos, un plan de pensiones es un producto ahorro-inversión que se encuentra vinculado directamente a la jubilación. Tomando como referencia esta cuestión, básicamente podemos diferenciar tres tipos de planes:
- Sistema individual, que los constituyen entidades financieras (parte promotora) y los contrata cualquier persona física (partícipes). Se enmarcan dentro de la previsión social individual y privada.
- Sistema de empleo, que los promueven las empresas para sus trabajadores. Surgen a raíz de compromisos que las empresas asumen con sus empleados y cubren la previsión social privada empresarial.
- Sistema asociado, cuyos promotores son asociaciones o sindicatos para sus asociados o afiliados.
Planes de pensiones en virtud de las obligaciones estipuladas
Existe también la posibilidad de dividir los planes de pensiones en función de las obligaciones estipuladas:
- De aportación definida. En estos planes de pensiones se encuentra predeterminada la aportación en el contrato en términos absolutos o relativos, mientras que la prestación se cuantifica al producirse la contingencia, a resultas del ahorro generado en la capitalización individual. Estos planes no pueden garantizar ningún tipo de interés.
- De prestación definida. En este tipo queda predeterminada la cuantía de las prestaciones en términos absolutos o relativos (salario, antigüedad u otras variables) y, una vez establecida ésta, del sistema financiero actuarial aplicable, resultará estimada la aportación necesaria.
- Los planes de pensiones mixtos, que combinan la aportación definida para alguna contingencia y la de prestación definida para otras.
En todo caso, es preciso recordar que los planes de empleo y asociados pueden ser de cualquier modalidad, mientras que los individuales sólo pueden ser de aportación definida.
Planes de pensiones en función de los activos en los que invierte cada plan
Renta fija a corto plazo: son aquellos planes que invierten en bonos y valores de renta fija cuyo plazo de realización o vencimiento no sobrepase, de promedio, los 24 meses. De esta manera, la cartera no tendrá una duración mayor a los dos años. Por este tipo de restricciones, los planes de pensiones de renta fija a corto plazo son uno de los más demandados a la hora de buscar un refugio para las inversiones y algo de seguridad.
Al tratarse de deuda de los países, la seguridad de los activos es bastante alta, y por ello, las rentabilidades son menos llamativas que en otros casos, como los planes de pensiones garantizados, por ejemplo.
Renta fija a largo plazo. Este instrumento de ahorro invierte en bonos y valores con renta fija cuyo plazo de realización o vencimiento exceda, de media, los 24 meses. De esta manera, la cartera deberá tener una duración mayor a los dos años para poder entrar en esta categoría y no quedarse dentro de la renta fija a corto plazo.
La diferencia entre ambas es el riesgo que asumen. Y es que, al ampliarse el plazo, crecen también ligeramente los peligros de que el bono pierda valor en el mercado secundario de deuda. En este sentido, estaríamos ante un tipo de plan de pensiones algo más arriesgado que los de renta fija a corto plazo y, por supuesto, que los planes garantizados.
Renta fija mixta: estos planes se distinguen por ser la rama más conservadora a disposición del ahorrador en este tipo de productos. Aunque los mercados se empeñan en demostrar que invertir en renta fija no está exento de riesgos, se supone que se trata de activos financieros con menos volatilidad y más estables.
Dentro de los planes de pensiones de renta fija hay diferentes categorías y la más arriesgada es la mixta. Por imperativo legal los planes dentro de esta categoría tienen permitido invertir hasta un 30% de su cartera en activos de renta variable, lo que les confiere algo más de flexibilidad en su operativa y la posibilidad de conseguir rentabilidades algo superiores a los otros dos tipos de planes de renta fija: a corto y a largo plazo.
Renta variable: invierten como mínimo un 75% del total de su cartera en renta variable.
Renta variable mixta: son planes que invierten entre un 30% y un 75% del total de su cartera en activos de renta variable.
Garantizados: son fondos que incorporan una garantía adicional y dan un rendimiento prefijado. Estos planes se componen de aportaciones de una fiscalidad diferida que ofrecen una revalorización asegurada a plazo fijo, al contrario de los no garantizados. Esto quiere decir que la entidad bancaria se compromete a reembolsarle al participe la rentabilidad pactada sin tener en cuenta la coyuntura del mercado.